viernes, 17 de abril de 2009

Otra interpretación del persistente mito gorila



Al ver las fotos de las refacciones en Beauty View, con toda esa madera en el jardín, pensaba que sería buena idea endulzarlo a Wagner para agenciarnos todas las tablitas y recortes que sobren para la parrilla (como todos sabemos, el asado a la leña tiene ese gustito extra que no se logra con carbón).

Los caminos de la mente son misteriosos, e inmediatamente me acordé del famoso mito antiperonista de que "los cabecitas negras, cuando Perón les regaló viviendas lujosas con patio, parrilla y parquet, no pudieron dominar su crasa y bárbara naturaleza y arrancaron las tablas del parquet para hacer asados".*

Análisis semiótico: La imagen propone claramente un mensaje didáctico-político, que se podría resumir en "no tirar margaritas a los chanchos". El lumpen peronista sencillamente no está en condiciones de apreciar las delicias y los lujos de la civilización, y en el caso de poseerlos, sólo puede destruirlos, pues el lujo establece un sistema de signos y usos que no está a su alcance. En este sentido, el destino del parquet está sellado: transladado a un esquema de pensamiento no civilizado, se verá reducido a su condición más básica y material, madera. Y como tal, en el pensamiento mítico gorila, se asociará con otra característica asociada a la masa: la gula y la lujuria, la bacanal salvaje y precultural a la luz del fuego y el olor a asado, una mezcla temible de festín caníbal charrúa y prosperidad peronista.

Y de repente me agarra la vena literaria, y pienso. Que si la historia fuera cierta, tal vez la interpretación sea errónea. Que el festín a la luz del fuego, el crimen bárbaro, sucedió; pero no como se supone. Que sí arrancaron el parquet con un destornillador, un cuchillo, lo que hubiera, dejando el cemento desnudo. Que sí apilaron las tablitas en la parrila y le echaron fuego, que cocinaron carne con ellas. Pero que lo hicieron con lágrimas en los ojos y a Perón en el corazón, pensando con gratitud en el regalo recibido, comiendo la carne aún ahumada con madera justicialista como un acto casi místico de comunión con el General. Pero por sobre todo, también, que al fin y al cabo: por un buen asado, no hay justicialismo que valga. El ansia de infinito, de Perón, de un buen corte todavía humeante tal vez sean los tres una misma cosa.



*NOTA DEL SEMIÓTICO: La historia, por cierto, es tan infame como improbable, y de hecho creo que es esta misma inverosimilitud y ridiculez las que explican que se mantenga viva en nuestra tradición oral hasta el día de hoy. No obstante, hay una extraña fuerza en esta ansia devoradora y bárbara de desarmar la casa, símbolo de la civilización, para hacer carnes asadas, símbolo de la barbarie; y creo que en la tensión de ambas fuerzas está la fascinación de ser argentino. Sarmiento not dead.

3 comentarios:

Boanerges dijo...

Querido Alén: creo que en tus líneas haz sabido describir con maestría las bondades y límites de los dos espíritus que forman parte de la historia de nuestro país. Mis felicitaciones por la excelente prosa!!!

Vandriver dijo...

Profe: Qué decir ante tan sabias palabras y tan bella prosa. La verdad que te pasaste con esta obra literaria.

Adhiero totalmente a este manifiesto que además de ser muy verdadero manifiesta esa inherente Necrofilia peronista de perpetua comunión carnal con el General.

Excelente.

el Profe dijo...

Gracias muchachos. De pronto me di cuenta que no podía faltar en nuestro argentinísimo blog la figura de Perón vinculada al asado. Para darle al César lo que es del César, cumplo en decir que los últimos dos párrafos son un homenaje (cuando no un asalto a mano armada) al inmortal Jorge Luis; y la reflexión sobre mitos criollos en general era una afición suya, sólo que mi pasado mítico era su presente.

Nota de interés para los politólogos y sociólogos de APC: Borges, contrario a lo que se cree, sí tiene un texto sobre Perón, escrito con Bioy, y se llama "La fiesta del monstruo". Hablando de mitología gorila...

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