Luego de la experiencia asadística de alto octanaje que experimentamos en el último asado con el lechón flambeado accidentalmente, decidí hacer el contraexperimento y hacer otro lechón pero esta vez sin el toquesito de fuego.
Debo decir que hay una diferencia importante y es que un flambeado correctamente hecho le da un sabor más crocante a la pieza asadística. No digo que la versión tradicional no sea rica pero el otro método es sencillamente diferente. Cual es la mejor forma de hacerlo es algo muy subjetivo y es una decisión que hay que dejar a vuestro paladar.
Si se animan a hacer el experimento les sugiero que lo hagan. Para hacerlo hacen falta 2 lechones, mucho fuego, vino y valentía para exponer a una de las piezas a altas temperaturas. Si lo logran los invito a que dejen su testimonio con sus impresiones.
lunes, 29 de junio de 2009
Un lechón sin flambé
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3 comentarios:
Muy bien Coco, es importante que siga experimentando hasta alcanzar la receta perfecta.
Casualmente hoy veía en el discovery a unos indonesios (ávidos comedores de cerdo, ya que hay poco ganado que aguante el calor) que se especializaban en una receta en particular: ensartaban al lechón horizontalmente, lo iban haciendo girar arriba del fuego y lo untaban con leche de coco, que se va mezclando con la grasa y solidificando por el calor. El resultado es que la piel del chancho quedaba con un efecto "caramelizado", y al comerla crujía como una galletita. De la carne ni hablemos, los tipos no usaban cubiertos, lo cortan y comen con las manos...
Quedé mal... ¿Cuánto puede costar comprar tres indonesios?
Interesante relato ambos, quiero agregan que APC muchas veces tampoco usa cubiertos...
Profe:
Muy interesante lo que hacen nuestros hermanos indonesios, la verdad que hay que decir que el lechón no es una de las recetas predilectas ni más frecuentes en la mesa de los Argentinos lo cual no nos permite innovar en sus formas de cocción.
Maiden:
También concuerdo con su acotación aunque lamentablemente no lo hacemos tan seguido. El único integrante fiel a esta tradición y que da gusto verlo comer con tanto afán es el señor molineitor quién lleva esto en la sangre.
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