Un asado móvil

El previo sábado 22 Mr. Owner y el Profe realizaron un pequeño asado, corroborando que, en efecto, cuando hay actitud, dos son quórum. Dado que el presupuesto era magro, se compró una tapita de asado y algunos choris, que configurarían lo grueso del convite. Era imperativo terminar el asado y partir a las 10, ya que había compromisos pendientes en la nunca bien ponderada Ciudad Autónoma de Buenos Aires.

El carbón, no obstante, no cooperaba con tan altos propósitos, y la madera brillaba por su ausencia. La necesidad es la madre de los inventos, y el Profe, en su debut como asador, agotó todos los recursos disponibles que su fecunda imaginación le dictara. Se implementaron combustibles absurdos, predominando el carbón fino sobre colchón de palmera seca, todo medio fue válido para sustraer a la negra materia de su frigidez y hacerla arder con malabares de ingenio. Finalmente, y con chapa arriba (no confundir con concha p'arriba) mediante, superando las sarcásticas invitaciones del Dueño de ir prendiendo el horno, el asado se logró, con una cocción perfecta. No obstante, sólo quedaban diez minutos para disfrutarlo...

Comer un asado apurado contraviene las leyes criollas, siendo práctica más propia del Fast Food anglosajón. No obstante, los compromisos contraídos eran imponderables. En esa situación, la tapa de asado se devoró oportunamente al plato (excelente) y mientras el Dueño cerraba la casa y demás, el Profe preparaba oportunamente los choris al pan, empaquetándolos en el poco diario que había sobrevivido a los desesperados esfuerzos por encender un fuego. El convite rutero consistió en un argentinísimo regreso en Falcon a velocidad máxima acompañado de choripán calentito y cerveza fraternal, constituyéndose en el primer asado en movimiento en la historia de Asado para cuándo.

Imagen Agregada por Maiden

Superado el primer momento de desazón, ambos participantes convinieron que, si bien atípico, el asado fue un rotundo éxito.